Hace algunos años, me encontraba hablando con una persona de la iglesia acerca de conflictos que teníamos en nuestra área de trabajo, y me dijo: «Nosotros construyamos puentes y si no hay con que construirlos, seamos nosotros los puentes». Y ese concepto me quedó resonando hasta el día de hoy. Un puente es una construcción que se levanta sobre una depresión del terreno (río, canal, foso, etc.) o en otro sitio y su objetivo es comunicar dos lados.
En
la vida vamos a conocer muchas personas, ya sea en nuestro trabajo, en nuestra
iglesia, en el barrio, en la familia, en cualquiera de los entornos en los que
nos movamos y estoy seguro que en muchos de esos espacios van a haber
conflictos. Quizás estemos involucrados o no, pero lo interesante de ser
personas-puente es que, aunque no seamos parte, podemos ayudar, podemos unir a la persona con
la solución, o acercar a dos personas en conflicto. Podemos
comunicar dos lados que parecen distantes.
¿Qué postura tomas cuando hay un problema?
¿Eres de los que se quejan y le dan vueltas al asunto sin llegar a ningún lado?
¿O eres de los que activan y comienzan a preguntarse cómo solucionarlo? Podemos
elegir quedarnos pasivamente esperando que se aclare todo, o podemos actuar
desde nuestro lugar y construir puentes para resolver o que todo llegue a un
mejor resultado.
Todo el tiempo a nuestro alrededor tenemos
personas-puente. Personas que nos acercaron a Dios, personas que nos ayudaron
en algún momento difícil de nuestras vidas, personas que nos aconsejaron, que
nos ayudaron económicamente, personas que son de bendición para nosotros porque
sabemos que están y que podemos contar con ellas. Personas que nos quieren y
nos miman, amigos, familia; incluso hay personas que quizás hoy ya no están en
nuestra vida, pero cuando estuvieron fueron puentes para nosotros.
Hoy quiero desafiarte a que puedas
identificar a esas personas, le agradezcas a Dios por ponerlas en tu camino y
que tomes la decisión de ser una persona puente.
Jesús fue nuestro puente, hizo el
sacrificio de su vida para acercarnos a Dios. Nos anima día a día, nos muestra
sus milagros, nos despierta cada mañana con un increíble amanecer, nos da
palabras de aliento, nos regala esperanza y amor… y nos pone personas puentes
en la vida para que nos ayuden cuando no podemos llegar al otro lado. Hoy, tú
puedes decidir ser puente para otras personas, un puente para mostrarles
esperanzas y consuelo cuando todo parece oscuro, un puente para acercarlos a
Jesús.
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